Esta fábula
futurista tomada en parte de una novela de Ray Bradbury entronca con aquel
género de ciencia-ficción pesimista en la que tan bien se desenvolvieron George
Orwell y Aldous Huxley. En ese hipotético mundo deshumanizado, la conciencia
individual se subvierte en favor del pensamiento único del sistema (me suena).
En el que aquí se nos muestra cualquier publicación impresa está prohibida,
cercenando a la población el derecho y la capacidad de pensar por sí misma. El
poder es quien programa la TV
familiar, decide tu corte de pelo y administra tus medicamentos (también me
suena).
El nombre de
François Truffaut en los créditos no debe inducir a confusión, ya que estamos
ante una producción al más puro estilo americano, aunque de impecable factura
británica. La magia del director de «Jules et Jim» se diluye en favor de las
secuencias de acción; así el ritmo visual se ve favorecido y el espectador
participa de la vibrante trama sin la necesidad previa de haberse leído la
novela. Del argumento se desprende una curiosa reflexión. Si algún día se nos
prohibiese la lectura y cualquier material impreso fuera pasto de las llamas,
entonces... ¿Cómo diablos aprenderíamos a leer? Seríamos analfabetos; por lo
tanto los libros ya no representarían ningún peligro. Paradojas aparte, no deja
de se una excelente película apta todos los públicos.
Ah, casi se me
olvida. El misterioso significado del título lo desvela uno de los bomberos
protagonistas, el interpretado por Oskar Werner (casualmente el Jules truffaniano): “F-451 es la temperatura a la cual un libro comienza a arder”.
Espero que no se os ocurra hacer la prueba.
Fahrenheit 451 (Francia/Reino Unido, 1966).
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Fahrenheit 451 (Francia/Reino Unido, 1966).
Director: François Truffaut. Intérpretes: Julie Christie, Oskar Werner, Cyril Cusack.
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